primeras veces
No me gustan los petardos. Tengo un trauma desde la adolescencia, y desde entonces, cada estruendo me encoge el alma y el cuerpo.
Hoy nos invitaron a asistir a un correfuegos. Nunca asistí a ninguno; será mi primera vez.
Con el miedo a cuestas, decidimos ir.
Vamos tarde. No se escucha ningún ruido. ¿Habrán terminado ya?
Unas calles más adelante se oyen tambores, pitidos y petardos.
Al final de la calle divisamos el coche de protección civil, marcando el ritmo de la rúa.
Un cosquilleo en la barriga. Una mezcla de curiosidad y temor.
Detrás, mucha gente y muchas chispas bailando encima de sus cabezas.
Quedo extasiada por el vaivén de este fuego que se esparce por toda la calle. La gente camina, sonríe y aplaude.
Se me contagia: sonrío y aplaudo.
A veces, aun con miedo, hay que dar la oportunidad a las primeras veces, ya que ellas, a veces, tienen el poder de sorprendernos.
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