Historia coeditada. 1 ,2, 3
Ya estaba en la cama cuando de golpe mi teléfono vibró sobre la mesita.
Un número desconocido. Solo dos palabras: "¡Corre! ¡Ahora!"
La casa estaba en silencio, pero al levantar la mirada, con el corazón desbocado, una sombra se movió detrás de la puerta.
Podía coger las llaves y salir corriendo antes de que fuera demasiado tarde, o quedarme y descubrir quién o qué me estaba vigilando...
Con el miedo recorriendo todo mi cuerpo, la lluvia repicando en los cristales y la casa iluminada solo por los relámpagos que preceden a los truenos que alteran mi corazón; agarro la manta de lana, me envuelvo en ella y avanzo lentamente por mi habitación.
Cuando llego al umbral de la puerta, descubro, tras la cortina que divide en dos el pasillo, unas zapatillas y una gorra de color verde caqui que reconozco.
Es el chico con el que me crucé el otro día en el parque y que no dejó de mirarme
Me paro frente a la cortina; el miedo recorre todo mi cuerpo.
La cortina se mueve lentamente, dejando al chico al descubierto. Da un paso hacia mí, y yo retrocedo al instante.
Mi cuerpo tiembla bajo la manta. Dudo si quedarme fue la mejor opción.
Él se agacha, deja algo en el suelo y, con movimientos despreocupados y tranquilos, se marcha sin decir nada.
Yo sigo atónita por lo que ha ocurrido. ¿Qué quiere de mí?
Me acerco con inseguridad al objeto que ha dejado: una carta que ha dejado junto a la cortina. Regreso a mi habitación, enciendo la luz y abro el sobre.
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